miércoles, 26 de diciembre de 2012

TIATIRA


Tiatira fue una ciudad de Lidia, Anatolia, en los confines de Lidia y Misia, especialmente famosa por su industria tintorera. Corresponde a la actual ciudad turca de Akhisar. Nunca fue una gran ciudad ni tampoco un centro de especial importancia política. Sin embargo, fue un próspero centro industrial, destacado por diversas actividades artesanales, como los tejidos, la tintura, el trabajo del cobre, el curtido, la alfarería, entre otras. Los diversos artesanos estaban organizados en gremios, siendo uno de los más importantes el de los tintoreros., conocedores del secreto de la tintura de púrpura con raíz de rubia, en lugar de hacerla con crustáceos, como se hacía, por ejemplo, en las ciudades de Fenicia. En las inscripciones aparece con frecuencia el negocio de la tintura. Quienes trabajaban en Tiatira con los tintes utilizaban la raíz de la rubia (también llamada granza) como base para su famoso color púrpura escarlata, conocido en tiempos posteriores como laca y que finalmente se conoció como rojo de Turquía.

Ruinas de la antigua basílica existente en la ciudad de Tiatira, que se han datado entre los siglos II y VI.

La ciudad habría sido originalmente conocida como Πελοπία, Pelopia. Pero la ciudad era de alguna antigüedad cuando menos, quizá si desde finales del Imperio hitita. Con el tiempo decayó y finalmente casi desapareció. Fue refundada por Seleuco I Nikátor (358-280 a. de J.C.), que la colonizó con población griega, convirtiéndola en uno de los núcleos helenísticos de la Anatolia occidental.
En efecto, el nombre clásico de la ciudad, Tiatira, Thyatira o Thyateira viene del griego koiné Θυάτειρα, Thuateira, con que la llamó Seleuco I Nikátor en 290 a. de J.C. Él estaba en guerra con Lisímaco cuando se enteró que su mujer había dado a luz una hija. De acuerdo a Estéfano de Bizancio, él llamó a la ciudad thuateira, del griego θυγατήρ (thugater), θυγατέρα (thugatera), que significa hija. Sin embargo, se dice que es posible que éste sea su antiguo nombre, de origen lidio[1].
La ciudad estaba ubicada sobre el río Lycus, tributario del Hermus, en el norte de Lidia, pero tan cerca de Misia que incluso los antiguos, por error, con frecuencia se referían a ella como una ciudad misia.
Aunque Tiatira se convirtió en la capital comercial del valle del Lycus, nunca llegó a ser una metrópoli como Éfeso, Pérgamo o Esmirna.
Su pacífica existencia peligró en el año 190 a. de J.C., cuando Antíoco III el Grande, en su lucha contra Roma, la ocupa militarmente. Sin embargo, la batalla entre el rey seléucida y Lucio Cornelio Escipión Asiático, el general romano, se libró en Magnesia, unos 65 kilómetros al sur, por lo que no sufrió daños. Quinientos años después, aproximadamente, en 366 d. de J.C., cuando el emperador romano Valente derrotó al usurpador Procopio en la batalla que tuvo lugar cerca de la ciudad, tampoco sufrió daños.

Ruinas de Tiatira.

De su oscuro origen, se sabe que fue ciudad sagrada de Tirimnos, el antiguo dios-Sol de los lidios, generalmente representado como un dios jinete. Este dios probablemente se derive del antiguo dios de la Tempestad de las poblaciones asiánicas, Taru[2], llamado por los luwitas[3], y quizá también por los hititas, Tarhunn o Tarhund(aš), bien conocido como el dios de las Tormentas de Hattussas, la capital del Imperio hitita. Frecuentemente era denotado por el ideograma sumerio para su contraparte akkadia, Adad. Se trata de una divinidad típicamente anatólica, de quien existieron casi innumerables variedades locales y especializadas en todos los centros cultuales. Los dioses de la tormenta de Nerikka[4] y Zippalanda eran considerados como hijos de la pareja divina.  Estaba asociado con el toro sagrado y en los monumentos aparece ya sea atendido por una pareja de toros divinos o conduciendo sobre las montañas un carro tirado por toros. En el culto mismo, Tarhund pudo haber estado representado por un toro. A veces era representado teriomórficamente como un toro o de pie sobre su animal cúltico oficial, como su sucesor clásico, Iupiter Dolichenus. Frecuentemente, las deidades eran representadas por un símbolo asociado u otros recursos. En el período imperial, este dios porta una porra o maza, semejante a su contraparte del período tardío, Tarhundas, el cual es representado blandiendo un hacha[5] y un rayo[6].  Un ejemplo de ello es la talla en la roca de una deidad con espada, en Yazilikaya[7], un lugar situado cerca de la actual localidad turca de Bogasköy. Una cabeza humana corona la empuñadura, la cual está esculpida en la forma de cuatro leones agazapados.
Se sabe de la existencia en la ciudad de un templo dedicado a una deidad llamada Sambate, cuyos oráculos eran dados por una profetisa. Algunos eruditos del Nuevo Testamento han opinado que las palabras del apóstol Juan a los cristianos de Tiatira, “toleras a esa mujer Jezabel, que dice que es profetisa; y enseña a mi pueblo (y los seduce) a cometer fornicación, y a comer de lo que se ofrece a los ídolos” (Apocalipsis 2:20), se refieren a ella. W. M. Ramsay, en tanto, hace una interpretación distinta cuando ve referencias a cristianos que todavía vivían bajo la disciplina de sus respectivos gremios y que, por lo mismo, seguían tomando parte de algunas prácticas contrarias a la moralidad cristiana y otras no menos dudosas, durante las fiestas y otras reuniones gremiales, las que, por supuesto, tenían un alto contenido religioso.
Sin embargo, ha de considerarse la referencia del apóstol Juan a “esa mujer Jezabel” como alusión a una lideresa de un grupo de gnósticos semejantes a los de Pérgamo, que seguían la enseñanza de Balaam.
Es posible que la ciudad haya sido visitada por el apóstol Pablo y por su compañero de misión, Silas, durante su segundo viaje misional, aunque la evidencia es enteramente circunstancial. El apóstol visitó varias pequeñas y no identificadas ciudades en la vecindad general durante dicho viaje. Cuando estaba en Filipos, ciudad de Macedonia, Pablo y Silas conocieron a una mujer llamada Lidia, originaria de Tiatira, quien les ayudó incluso después que fueron encarcelados y liberados de la prisión.
En efecto, Lidia y su casa estuvieron entre las primeras personas de Europa en aceptar el Evangelio de Jesucristo predicado por el apóstol Pablo en la ciudad de Filipos, alrededor del año 50 d. de J.C. Y, como ya se dijo, ella procedía de la ciudad minorasiática de Tiatira. En Filipos ella vendía púrpura, lo que puede ser una referencia tanto al tinte como a los tejidos ya teñidos. Aparentemente, esta mujer era jefa de familia, lo que incluiría el tener esclavos y personal pagado, en cuyo caso es posible que fuera viuda, aunque igualmente pudo ser soltera. (Hechos 16:14, 15.).
Por otra parte, el que la Escritura la llame “temerosa de Dios” (Torres Amat; Nácar-Colunga), “adoradora de Dios” (Besson, 1948), “reverenciaba a Dios” (Peshítta en español), “temerosa de YAHWEH” (Kadosh, 2003), debe significar que era una prosélita del judaísmo. Debido a que probablemente había pocos judíos en Filipos y no tenían sinagoga, ella y otras mujeres devotas se reunían casa shabat junto a un río, a las afueras de la ciudad. Después de haber sido bautizada, hospedó en su casa a Pablo y sus compañeros, como ya se ha dicho. (Hechos 16:11-15.).
Es posible, también, que Lidia fuera representante de los tintoreros de Tiatira en Filipos y otras áreas vecinas, una mujer de negocios de buena posición económica que poseía una casa lo bastante espacioso como para hospedar a Pablo y a sus compañeros de misión durante su estancia en esa ciudad.

 
Otra vista de las ruinas de Tiatira.

No se sabe cuándo se introdujo el cristianismo en Tiatira, como tampoco quién lo llevó. Tampoco hay registro cierto de que Pablo u otros evangelizadores hayan visitado la ciudad, como tampoco de que Lidia haya regresado a su ciudad de origen con el mensaje cristiano. Es posible, sin embargo, que el mensaje del Evangelio llegara a Tiatira durante los dos años, 53 al 55, que Pablo estuvo predicando en Éfeso, que dista unos 115 kilómetros al suroeste de Tiatira, pues el médico Lucas dice que durante aquel tiempo “pudieron oír la palabra del Señor todos los habitantes de Asia, tanto judíos como griegos.” (Nueva Biblia de Jerusalén, 1998.). Lo que sí está absolutamente probado es que unos cuarenta años después existía una comunidad cristiana activa y fuerte, ocupada en la predicación del Evangelio, a la que el apóstol Juan dirigió una carta.

 


[1] De Urbibus (Sobre las Ciudades), Estéfano de Bizancio; Θυγάτηρ, en A Greek-English Lexicon, Henry George Liddell, Robert Scott, en Perseus Project, consultado el 26 de diciembre de 2012 en http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A1999.04.0057%3Aentry%3Dquga%2Fthr.
[2] El término Taru es el antecesor del griego Taurós, el latín Taurus y el español Toro. El dios de la tempestad tuvo, en todas partes del mundo antiguo, como atributo al toro o uro.
[3] Los luwitas fueron las primeras poblaciones indoeuropeas instaladas en la Anatolia meridional y occidental, y de cuyo nombre, Luwa, se derivaron las antiguas designaciones de Lukka, Licia y Lidia para ciertas regiones de la Anatolia occidental.
[4] Nerik.
[5] El hacha bicéfala es también un antiguo símbolo o atributo divino, que se encuentra en Anatolia, en Creta y en las islas del Egeo, así como también en Grecia. Se ha dicho que el origen de este atributo se encuentra en Anatolia, desde donde se habría extendido primero a Creta y de ahí a la cuenca del Egeo.
[6] El rayo es, en los tiempos clásicos, el arma de Zeus y de su contraparte romana, Iupiter.
[7] Es decir, la “Roca Inscrita”. Se trata de una localidad vecina al sitio de la antigua Hattussas, donde se erigió un templo al aire libre, y en cuyas paredes se grabaron las imágenes de una serie de divinidades principales del panteón hitita.

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